Experimentos en animales: Una práctica sin evolución

Experimentos en animales: Una práctica sin evolución

Los experimentos en animales suenan como un concepto antiguo, primitivo, anclado a imágenes en blanco y negro con jaulas del siglo pasado. Sin embargo, esta práctica se mantiene vigente, más allá de que existen nuevos métodos científicos que pueden llegar a los mismos resultados sin la necesidad de someter a otros seres a pruebas de muerte. 

La experimentación en animales es una práctica que anualmente se estima en 100 millones de seres vivos sometidos a pruebas de explotación, muchas de ellas con resultado fatal para las especies que son sometidas en experimentos de diferentes usos.

Encontramos diferentes pruebas en áreas como la cosmética, la medicina, la investigación militar o las pruebas dermatológicas de productos para consumo humano. Actualmente, se critica la persistencia sobre este tipo de experimentos pese a que sus resultados no son confiables.

Día del Animal de Laboratorio

El 24 de abril se conmemora el Día del Animal de Laboratorio, una efeméride que viene a recordar las vidas de 100 millones de seres que anualmente son sometidos a experimentos para satisfacer el consumo humano.

Pese a las iniciativas para desarrollar métodos alternativos, se estima que “en muchos países la experimentación con animales sigue siendo legal, los animales más utilizados en experimentos de diversa índole son: ratones, peces, ratas, aves de corral, conejos, perros, gatos y primates. La mayoría de estos animales provienen de granjas destinadas a criar animales para fines de experimentación”.

Señala este informe de Animal Ethics que “cuando se permite la experimentación en humanos, es siempre en un contexto de individuos que la consienten, por los beneficios personales que les sirven como incentivos. No es el caso de los animales no humanos. Ello es una consecuencia del especismo”. 

La experimentación animal se divide en dos áreas

El texto divide la experimentación animal en dos áreas, para uso de pruebas y para uso educativo.

En el primer grupo, ubicamos la investigación ecologista (investigar el impacto de algunos químicos en ecosistemas provocando la muerte de sus especies), la prueba de cosméticos y productos domésticos (experimentación cutánea y pruebas químicas), la experimentación biomédica y la investigación militar (instrumentos de guerra, prueba de armas y químicos), además de las pruebas de nuevos materiales en productos para consumo humano (experimentos en tejidos o en cultivo celular).

El artículo menciona las prácticas educativas que encontramos en escuelas y universidades, las que utilizan animales para experimentos en clases y pruebas científicas, lo cual puede hoy ser reemplazado por alternativas digitales, ejercicios de simulación o nuevos métodos.

Sobre el desarrollo de medicina, este texto explica que “el estudio de un sólo fármaco puede suponer la muerte de unos 3000 animales. Y sus muertes son sólo el final de una vida llena de sufrimiento. Para no alterar los resultados de los experimentos se testa sin administrar anestésicos a los animales y muchas veces se alarga su sufrimiento tras ser dañados sólo para comprender mejor el efecto que la sustancia produce en sus cuerpos”.

En relación al estudio de patologías humanas, el informe señala que “en estos animales se estudia el curso de la enfermedad y se testa el efecto de posibles tratamientos. Para recrear estas enfermedades a menudo se modifican genéticamente los animales mediante técnicas como el knockout que bloqueará ciertos genes y hará que durante su vida el animal desarrolle dolencias como cánceres, obesidad, cardiopatías, diabetes, artritis, toxicomanías, ansiedad, envejecimiento o Parkinson, entre otras muchas”.

La investigación concluye que este modelo “conlleva una vida de sufrimiento para el animal el cual no sólo deberá padecer los efectos de la enfermedad sino que también tendrá que soportar que se le manipule y administren tratamientos potencialmente peligrosos”.

Las prácticas

El texto profundiza sobre diferentes prácticas de crueldad que se legitiman en el ámbito de la educación, desde la práctica de “realizar disecciones de órganos o tejidos animales obtenidos en mataderos o carnicerías, con la finalidad de educar en el cuidado de otros seres y en la empatía. Pero estos animales viven confinados en espacios muy reducidos y padecen mucho estrés al estar expuestos al ruido y manipulaciones de una clase de niños”.

Sobre las prácticas universitarias en animales, se indica el uso de animales “para practicar intervenciones quirúrgicas. En el caso de veterinaria se enseñan, además, los procedimientos realizados por la industria de consumo. La manipulación de la vaca con fines reproductivos o el corte de rabo en los cerdos son sólo algunos de los ejemplos”.

“Para estudiar la función cardiorrespiratoria se anestesia a un animal y se le abre el tórax, lo que permite observar el movimiento del tracto cardiorrespiratorio y su alteración ante la inyección de sustancias como la adrenalina. En la evaluación de la función muscular se suele extraer una porción de músculo de la pierna de un animal para ver su respuesta a estímulos eléctricos”, indica el artículo, que luego sentencia que “en ambos casos, el experimento concluye con la inyección de una elevada cantidad de anestésico o acetilcolina, lo que acaba con la vida del animal. En el caso de la función nerviosa, se daña el cerebro del animal con objetos puntiagudos hasta lograr la muerte cerebral y a continuación se aplican descargas eléctricas para evaluar la reacción”.

El experimento DL50

Uno de los experimentos más conocidos es el DL 50 (Dosis Letal 50), señalado por Anima Naturalis como una prueba pensada “para medir la toxicidad aguda de ciertos compuestos en animales vivos.

Consiste en la administración forzada mediante ingesta, inhalación o ví­as parenterales, de distintas cantidades de una sustancia, lo que conlleva dolorosas y agonizantes consecuencias para los animales (dolor, convulsiones, diarrea, hemorragias nasales y bucales, vómitos, muerte)”.

¿Por qué se llama DL 50? “El test se detiene cuando muere el 50% de la población de los animales , y el 50% que sobrevive es sacrificado para determinar diferentes parámetros de órganos y tejidos. Para cada test son necesarios unos 200 animales”.

“Los animales suelen ser ratas o ratones, aunque a veces se utilizan conejos, conejillos de indias, hámsters, etc. En todas estas pruebas, la dosis debe calcularse en relación con el tamaño del animal. Las unidades más comunes son miligramos de químico por kilogramo de animal de prueba (mg/kg o ppm)” indica esta investigación de John Kimball, la cual exhibe algunos de los medicamentos o químicos utilizados en roedores.

El test Draize

El test Draize, desarrollado hace más de 45 años por John H. Draize para la FDA de EEUU, evalúa la irritación en los ojos y la piel de animales, generalmente conejos albinos, debido a su disponibilidad, comportamiento y facilidad de manejo en laboratorio, así como sus grandes ojos que permiten una observación de los efectos de las sustancias evaluadas. 

La organización Anima Naturalis advierte que en este test “se aplican soluciones de productos directamente en los ojos de animales conscientes, generalmente sin administración de analgésicos. Durante los siete dí­as que suele durar la prueba, los animales sufren un extremo dolor, úlceras y hemorragias, por lo que se los inmoviliza para evitar que satisfagan su instinto de rascarse y lavarse. Para tal fin, también se suelen mantener los ojos abiertos con clips. A menudo, los animales acaban ciegos… cegados por nuestra vanidad. Al final del test, se sacrifica a los animales para evaluar los efectos internos de las sustancias que se han testado”.

El documento concluye que este test “ha sido muy criticado no sólo por las asociaciones de protección animal, sino por miembros de la comunidad cientí­fica. A parte de la crueldad implí­cita de la prueba, los resultados resultan muy poco relevantes para predecir los efectos en la salud y la seguridad humanas”.

Otros test

Existen test asociados a la toxicidad de los productos. Uno de los más controversiales es el test de nado forzado, o test inhalatorios que buscan detectar el nivel de daño en los pulmones de las personas.

Estos test también se usan en la industria cosmética, en una lista muy larga de pruebas, encabezada con el test de Draize y el DL 50 que son los test más usados. El test de Draize tiene 2 pruebas, tanto para sensibilidad ocular como para resistencia dérmica.

En función de un cuidado medioambiental, han surgido pruebas en peces sobre productos químicos que son usados por las personas y que van a llegar al mar.

Para más información relacionada, visita nuestra sección Ciencia y Salud.
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