La inquietante relación entre trabajadores de mataderos y el Trastorno de Estrés Post Traumático

La inquietante relación entre trabajadores de mataderos y el Trastorno de Estrés Post Traumático

Como activistas de los derechos de los animales, es fácil demonizar a quienes trabajan en los mataderos, ejecutores de la maquinaria de la muerte. Nos preguntamos qué lleva a una persona a elegir matar a seres sensibles todos los días, a recibir un bombardeo constante de las imágenes, sonidos y olores más horrendos. Recopilamos las investigaciones y artículos que intentan llegar al fondo del trabajo en mataderos y su efecto en la salud mental.

Advertencia sobre el contenido: descripciones del sacrificio de animales, salud mental, trauma, TEPT, PITS, depresión.

Hay muchas razones por las que una persona trabajaría en la planta de sacrificio de un matadero, razones que como personas veganas y defensoras de los derechos de los animales, sentimos que estamos más allá o que simplemente somos incapaces de comprender.

Vemos a trabajadores de los mataderos como personas despreocupadas, insensibles y sin compasión, pero ¿puede ser eso realmente cierto? Se ha investigado mucho sobre los efectos psicológicos del trabajo en mataderos y su relación con enfermedades como el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

No aprobaremos ni por un segundo este tipo de trabajo, pero si la prevalencia de trastornos derivados del trauma y el estrés es alta, como activistas esto nos indica que, después de todo, son personas, un dato importante para nuestra defensa. Añádase a esto el hecho de que para muchos trabajadores las opciones laborales son limitadas y el trabajo en el matadero es a menudo el último recurso, como en el caso de trabajadores inmigrantes que no tienen acceso a cursos de idiomas, educación de adultos y programas de reinserción. 

Incluso cuando no es la última opción, como humanos tendemos a seguir normas y culturas que nos rodean desde la infancia y conducen a la normalización de este tipo de trabajo, como en las comunidades agrícolas y los mataderos familiares. La mayoría de las personas no son veganas de nacimiento, y durante muchos años pagamos para que otros sacrifiquen animales por nuestro consumo, algo que nunca debemos olvidar.

Confesiones de un trabajador de matadero

En un artículo para la BBC, un antiguo trabajador cuenta su historia. Es una lectura desgarradora, pero describe el camino hacia el empleo en un matadero, las cosas que la mayoría de la gente nunca ve y los efectos físicos y mentales que le llevaron a dejarlo: “Personalmente, no sufrí lesiones físicas, pero el lugar afectó a mi mente. Mientras pasaba día tras día en aquella gran caja sin ventanas, sentía el pecho cada vez más pesado y una niebla gris descendía sobre mí. Por la noche, mi mente se burlaba de mí con pesadillas, reproduciendo algunos de los horrores que había presenciado a lo largo del día”.

“Una habilidad que se domina trabajando en un matadero es la disociación. Aprendes a insensibilizarte ante la muerte y el sufrimiento. En lugar de pensar en las vacas como seres enteros, las separas en sus partes vendibles y comestibles. No sólo facilita el trabajo, sino que es necesario para sobrevivir”.

¿Qué dice la investigación?

Lo anterior es una historia de un antiguo trabajador, pero ¿qué hay de los estudios que arrojan luz sobre el panorama general? ¿El trabajo en los mataderos conduce a una mala salud mental, atrae a personas con enfermedades subyacentes? o ¿existen otros factores sociales como que los mataderos sólo se construyen en zonas donde el nivel educativo, las oportunidades de empleo y la calidad de vida son, en general, inferiores a la media?

En Slaughtering for a living: A hermeneutic phenomenological perspective on the well-being of slaughterhouse employees, investigadores sudafricanos analizaron las entrevistas realizadas a trece empleados y dos directivos de un matadero comercial. El artículo, publicado en la revista International Journal of Qualitative Studies on Health and Well-being, hace referencia a otros textos relacionados no sólo con el trabajo en los mataderos, sino también con los derechos humanos en lo que respecta a las presiones sociales:

“Aparte de las condiciones de trabajo físicamente peligrosas, la naturaleza violenta subyacente del trabajo en un matadero también supone un riesgo para el bienestar psicológico de los empleados y se han notificado casos de trastorno traumático acumulativo. Además, el trabajo en los mataderos suele carecer de los recursos adecuados para hacer frente a un entorno tan agotador. Esto se debe sobre todo a su bajo nivel socioeconómico, a la falta de formación y a la escasez de equipos de seguridad en el lugar”. 

Además, la violencia contra los animales se ha relacionado con problemas de salud psicológica en los seres humanos. En consecuencia, se ha informado de patrones de comportamiento desviado de los empleados de los mataderos dentro y fuera del entorno laboral, con referencia específica a dilemas sociales como el abuso de sustancias, la violencia en la pareja y el aumento de los índices de delincuencia.

“En el contexto sudafricano, estas condiciones de trabajo se unen al hecho antes mencionado de que los empleados proceden del espectro socioeconómico más bajo de la sociedad. Al no tener más que una educación y una formación básicas y enfrentarse a la realidad de unos ingresos bajos y unos recursos familiares limitados, los empleados de los mataderos parecen especialmente afectados en su capacidad para mantener su salud psicológica”.

El estudio también ofrece extractos destacados de las entrevistas a los trabajadores, en los que se describen importantes indicadores de factores que conducen al TEPT y síntomas del menos conocido síndrome de “estrés traumático inducido por el autor” (TEPI), como el aumento de la disociación y las pesadillas:

“Un día sueño que la vaca sale de la caja de aturdimiento. Estaba viva. Luego pienso que estoy llorando y corriendo, y esta vez no estoy corriendo. ¡Aquí abajo! ¡Aquí abajo! [indicando que se caía]. ¡Viene la vaca y te caes! Te caes!”.

“Sueño con el ganado, cuando lo aturdes, simplemente se cae, después de caerse, cuando abres la puerta te pregunta: ‘¿Por qué me matas?'”

Para una discusión más profunda de TEPI y cómo se diferencia del TEPT en el contexto del trabajo en mataderos, recomendamos leer The harrowing psychological toll of slaughterhouse work, publicado en el Metro en 2017 que hace referencia, entre otros, al trabajo de la socióloga y psicóloga Rachel M. Macnair y su libro Perpetration-Induced Traumatic Stress: The Psychological Consequences of Killing.

Es a partir del artículo de Metro es que nos encontramos con otra historia importante, esta vez de Virgil Butler, un matadero estadounidense convertido en activista por los derechos de los animales. En este vídeo, Butler reflexiona sobre lo que presenció en nueve años de trabajo para Tyson Foods, al parecer uno de los principales proveedores de KFC:

https://youtu.be/QUEVr-zI1oQ?si=livQhJ6Hgf8i_jas

¿Cómo nos ayuda todo esto a cambiar algo?

A pesar de todos los artículos, vídeos, trabajos de investigación y libros sobre el tema del trabajo en los mataderos y el bienestar mental y físico, hay pocas recomendaciones sólidas que satisfagan a los veganos éticos y a personas defensores de los derechos de animales.

Las cámaras de seguridad obligatorias en los mataderos sólo vigilarán lo que la industria considera un comportamiento anormal de sus trabajadores, un término relativo si se tiene en cuenta que todo lo que ocurre dentro de un matadero es anormal. Entrevistas periódicas con trabajadores, incluso asesoramiento, nada de esto evitaría que los animales murieran, sólo ayudaría a estos trabajadores a seguir perpetrando sus muertes con efectos mínimos en su propia salud mental.

Rogamos a cualquiera que lea esto y siga consumiendo animales o trabaje en una industria que explota a seres sensibles, que comprenda que la muerte de los animales significa algo hasta tal punto que los seres humanos desarrollan efectos psicológicos duraderos. Si la matanza de animales, tal y como la paga la mayor parte de la sociedad, fuera algo sencillo, no tendríamos a gente depresiva y suicida por años de exposición al ejercicio de matanza.

(Información de Andrew Gough para Surge Activism)

Para temas relacionados, visita nuestra sección Derechos Animales.

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