El juego, les animales y el mundo de las ideas

El juego, les animales y el mundo de las ideas

Por: Jun

Las ideas pueden construir cohetes o naves espaciales y llevarlas a cabo como acto de imaginación o razonamiento, pero entre otro tipo de ideas existe la creencia, sin saber si un animal siente o no o es parecide a nosotres. En los siguientes apartados intentaremos desmitificar estas ideas para tener un acercamiento desde algo más que la razón al o del otre.

Un ejemplo de estas es pensar que el juego es solo humane, y no es así.

Vaca jugando con una pelota

¿Es el juego una forma para comprobar que las demás especies existen por sí y para sí mismas?

El juego es más viejo que la cultura misma

Y no está limitado a una especie

Todes les animales jugamos.

–  Johan Huizinga – homoludens –

Como humanidad nos hemos creído roles por estas ideas que desencadenan en tener un concepto sobre algo y creer que es realidad sólida, así se ha formado la cultura.
Desarrollando papeles a seguir, mera imitación. Las demás especies también imitan y a veces es por juego (como nosotres lo hacemos también).

¿En qué momento en un mundo salvaje, pueden disfrutar del juego sin ser un acto de imitación?

Cuando no tienen que preocuparse por aprender, imitar, a ser cazadxs; en esos efímeros instantes tienen espacio mental para jugar. Pero éste juego, las industrias explotadoras lo han erradicado por completo del comportamiento animal debido al cautiverio, ya que siempre están en continuo estrés, sin espacio para el gozo.

Sea por preocuparse de sobrevivir o por estar encerrades, las preguntas del millón las planteo a continuación.

¿Por qué jugamos y por qué es importante a la hora de reconocer a las demás especies como seres o personas con diferente atuendo en este mundo de las ideas?

Perrite jugando en el lodo

Como individues contamos con una personalidad específica, que ha sido formada por todo lo que nos rodea o moldea, pero antes de toda condición, nuestra individualidad nos condiciona a gozar o sufrir por la naturaleza de SER, y esto no tiene qué ver con el lugar donde nacemos, sino con la condición de existir y tener una conciencia capaz de experimentar el mundo e interpretarlo.

Johan Huizinga en su libro Homoludens nos dice:
“…podemos decir que el juego rebasa el instinto inmediato de conservación y que da un sentido a la ocupación vital. Si Designamos al principio activo que compone la esencia del juego <<espíritu>>, habremos dicho demasiado, pero si le llamamos <<instinto>>, demasiado poco… El juego revela un elemento inmaterial.

Se suele tomar como punto de partida de cualquier investigación científica que el juego posee una considerable importancia, que cumple una finalidad, si no necesaria por lo menos útil. Los numerosos intentos para determinar esta función biológica del juego son muy divergentes. Se ha creído poder definir el origen y la base del juego como descarga de un exceso de energía vital. Según otrxs, el ser viviente obedece, cuando juega, a un impulso congénito de imitación, o satisface una necesidad de relajamiento, o se ejercita para actividades serias que la vida le pedirá más adelante o, finalmente, le servirá para adquirir dominio de sí misme.

Estos cuestionamientos nos hacen llegar a la idea sobre la existencia de un alma, una conciencia dentro de las especies alter humanas, por mero hecho del gozo: la diversión. 

En sí las demás especies no necesitan la tecnología humana que brindan los videojuegos para descubrirse jugando. Tampoco hace falta ir a un lugar o entrar a un campo de juego como lo son las actividades deportivas, no, las demás especies no se rigen por conceptos de lo que es divertido, según la mayoría, solo se divierten con lo que hay por el mero hecho de jugar.

Lobxs pasándola bien

Si al ver estas reacciones seguimos dudando de la existencia de un alma en una piel o pelaje o escamas diferente, estaremos cayendo en el error de la humanidad de creer que el, la o le otre no sienten y no existen como una consciencia que busca vivir en la pervivencia de su existencia, también ante les otres.

Un pez saliendo del agua para elevarse, una cabra saltando de aquí para allá, un perro dando vueltas en el patio o brincando en un trampolín, cerdxs jugando en una resbaladilla de lodo, vacas persiguiendo una pelota. La diversión está presente con el gozo, el deleite es expresión de la mente, del disfrute que solo lxs seres experimentamos por el hecho de ser animados/as/es, seres con alma, conciencia, espíritu, como le queramos llamar al ser.
¿Por qué habríamos de negar la idea de seres con el juego como expresión del ser?

Las ideas, más allá de creerse, han de cuestionarse, aunque nos equivoquemos, la existencia y la experiencia no es equívoca.

Referencias:

Huizinga, Johan. (1938). Homoludens. Alianza Editorial. pp 11-13

 

 

 

 

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